Cuando el mundo se oscurezca
y sientas que no hay nadie junto a ti
como cuando eras niño,
alguien que te diga:
"Está bien, confía en que
todo pasará y volverá la calma".
Cuando en la noche más oscura
no veas brillar las estrellas
y dudes del día siguiente
en si volverá a brillar el sol.
Cuando los pensamientos inunden
tu cabeza,
sin darle un respiro
para el descanso,
busca un sitio apartado
y siéntate.
No hagas nada.
No quieras apartar los pensamientos.
No desees dejarte de oír.
Solo inspira con serenidad
y exhala confiado en dejarlo ir.
Poco a poco tu respiración será calmada
y tu pulso se habrá acelerado un poco.
Habrás iniciado el camino
hacia el reencuentro,
donde tú y la naturaleza son lo mismo
y diferentes,
bajo la bóveda oscura del universo.
A contar de ese momento
nunca más estarás solo,
te habrás encontrado.
(Lo que menciono, es la senda más difícil de andar, la tendrás que hacer solo, aunque nunca lo estarás.
No pienses en encontrar algo, no camines buscando, no creas que Dios, Jesús, Buda, alguien, vendrá en tu rescate. Tú eres el único que lo puede hacer y cuando llegues, ya lo he dicho, no volverás a sentirte solo.)
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